Entrevistamos a Fernando Ruben García, docente del Curso Oficial de Directores de Centros de Servicios Sociales. Imparte el módulo de prevención de riesgos laborales, a lo que él le gusta llamar más salud laboral. Teniendo en cuenta que este último año ha estado eclipsado por una pandemia, nos hemos puesto en contacto con Fernando para que nos cuente cómo se ha visto afectado el ámbito de la salud laboral.
¿Cómo ha cambiado la percepción de los riesgos laborales durante 2020?
Generalmente la prevención de riesgos laborales se ve solamente desde un punto de vista reactivo, es decir, qué hacer ante un accidente o enfermedad, o para prevenir uno de estos, pero no se ve desde un punto de vista de promoción de la salud, del bienestar integral, tanto físico como psicológico, social y hasta espiritual.
En este último año nos hemos centrado en anticipar riesgos que parecen imposibles, como por ejemplo los riesgos biológicos e higiénicos, pero, sin olvidar los riesgos más importantes dentro del ámbito social y sanitario, como los ergonómicos y psicosociales.
En prevención de riesgo laboral, ¿cuáles han sido los retos principales durante la pandemia?
Tener claro en qué había que poner el acento. En prevención de riesgo laboral se dice que cuando llegas ya ha dar EPIs (Equipos de Protección Individual) a todo el mundo, es que estás admitiendo un fracaso. Eso es lo último que se hace.
Lo primero que se hace es intentar eliminar el peligro, en este caso sería la vacunación; luego intentar sustituir lo peligroso con algo menos peligroso o confinar el peligro, que en este caso todo lo que tenga que ver con el confinamiento es muy buena actitud; y luego prevenir el riesgo, y lo último es protegernos del daño.
Podemos prevenir con medidas como una nueva urbanización de espacios, acabar con el hacinamiento en los centros de servicio socio-sanitarios, una mejor ventilación, natural y cruzada, medidas de desinfección, etc. También hay que considerar el distanciamiento. Todas estas medidas son mejores que la protección (EPIs), ya que este es el último paso.
Cuesta mucho invertir en algo que tal vez no pasa, ¿no?
Pero las pandemias han existido antes. ¿Qué es lo que ocurre? Que aquello que antes se desarrollaba en un intervalo de 20-50 años, ahora se desarrolla mucho más rápido, en horas, gracias a que estamos conectados por todas partes. Esto podría haber pasado hace cinco años o de aquí cinco años, y no somos conscientes.
De hecho, ya nos enfrentamos hace relativamente poco a la gripe aviar…
Con la gripe aviar se tubo éxito porque se reaccionó temprano, y eso es muy peligroso en el sentido de que te acostumbras y no previenes, y crees que la próxima vez será parecida, pero no hay dos virus iguales.
¿Lo más importante que sacamos de esto ha sido prevenir?
Lo más importante que hemos aprendido, creo yo, es a darnos cuenta de que vivimos en un mundo de riesgo completo. Es decir, más globalización y más transporte equivale a más riesgo, y, por lo tanto, invertir en prevención es algo muy provechoso.
Toda esta experiencia durante la pandemia, ¿cómo se ha reflejado en el curso?
Pues nos hemos centrado más, dentro del apartado de riesgos higiénicos, en los riesgos ligados a los virus y bacterias. Eso sin dejar atrás los riesgos psicosociales y ergonómicos. En general, hemos cambiado un poco el curso y el seminario dando una visión más global.